Foto: José Luís Coelho Borges
Cuando Dios creó el mundo, dio nombre y color a todas las flores.
Y sucedió que una florecita pequeña le suplicó repetidamente con voz temblorosa:
-¡No me olvides! ¡No me olvides! Como su voz era tan fina, Dios no la oia.
Por fin, cuando el Creador hubo terminado su tarea, pudo escuchar aquella vocecilla y se volvió hacia la planta. Mas todos los nombres estaban ya dados.
La plantita no cesaba de llorar y el Señor la consoló así:
-No tengo nombre para ti, pero te llamarás "Nomeolvides". Y por colores te daré el azul del cielo y el rojo de la sangre. Consolarás a los vivos y acompañaras a los muertos. Así nació el "nomeolvides" o mio-sota, pequeña florecilla de color azul y rojo.
Um comentário:
sinto muito mas nao compreendo o frances! Mas adorei a fotinho!
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